Finalmente, el diagnóstico en mujeres, al tratarse de un trastorno más común en niños que en niñas y al haberse diseñado los instrumentos con muestras de varones, es más difícil de determinar. Del mismo modo, conociendo que la conducta se manifiesta de forma diferente en ambos sexos y que la gran mayoría de mujeres son capaces de desarrollar diferentes habilidades que compensan sus dificultades, podríamos concluir que pasan desapercibidas y por ello no se detectan un gran número de casos en mujeres. Esto repercute en que reciban un diagnóstico tardío y no se les dote de las estrategias y recursos necesarios desde edades tempranas. Todo ello se refleja en los diversos problemas emocionales, sociales y escolares a los que tienen que enfrentarse en edades adolescentes y adultas, siendo estos los principales motivos de consulta.

Algunos de los síntomas y características que pueden hacernos sospechar que estamos ante un posible diagnóstico de TEA en mujeres son:

  • Buen nivel verbal (hiperléxicas).
  • Lenguaje descontextualizado y repetitivo (ecolalias).
  • Uso de vocabulario sofisticado ante un tema de conversación de interés.
  • Patrones del habla inusuales en entonación, volumen, ritmo o velocidad, sobre todo en edades infantiles.
  • Preferencia por la soledad.
  • Pasividad en interacciones sociales.
  • Timidez.
  • Inhibición.
  • Buena capacidad de observación del entorno y detalles.
  • Preferencia por la justicia.
  • Pocas alteraciones sensoriales (como la hipersensibilidad al ruido).
  • Preferencia por la planificación de rutinas y sensación de control.
  • Ausencia de conductas disruptivas y/o desafiantes.
  • Estilo de pensamiento rígido e inflexible.
  • Perfeccionismo y alto nivel de autoexigencia.
  • Problemas emocionales como la ansiedad o depresión (motivo de consulta habitual).
  • Mutismo selectivo en determinadas situaciones o con determinadas personas.
  • Intereses adecuados a la edad y recurrentes y obsesivos por temas como los animales, ponis, princesas, la lectura o el dibujo.
  • Problemas en la conducta alimentaria (anorexia, bulimia…). 
  • Dificultad en la gestión y resolución de situaciones conflictivas.
  • Dificultad en la gestión emocional (reconocimiento de emociones, situaciones, comprensión de la relación emoción-situación…).
  • Autopercepción negativa (se perciben como personas con menos bienestar psicológico).
  • Dificultad para comprender las relaciones sociales típicas (amistad, matrimonio, situaciones interactivas) y su papel en ellas.
  • Buenas habilidades de imitación de conductas sociales, pero con déficit de comprensión y espontaneidad.
  • Analizan los comportamientos de personajes de películas, series, libros… u otras personas de su entorno próximo.
  • Preferencia por lecturas de libros de autoayuda en la edad adolescente y adulta.
  • Escasas conductas repetitivas y estereotipadas en presencia de otras personas.
  • Dificultad para perdonar.
  • Buena comprensión social.
  • Buenas habilidades socio-comunicativas.
  • Interés por relacionarse con los demás.
  • Pobres habilidades sociales con sus iguales.
  • Mejores habilidades sociales para relacionarse con adultos o niños más pequeños.
  • Capacidad para desarrollar habilidades que compensen las dificultades existentes.

Carmen Hernández

Psicóloga y Logopeda. Equipo Psicoaula.

 


Bibliografía

Cristina García López (2019). Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). Unidad de Trastornos del Aprendizaje Escolar (UTAE). FAROS Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.