Los instrumentos de cualidad para el diagnóstico de TEA son: la Entrevista ADI-R y la Escala ADOS-2. La Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo, conocida como ADOS-2 (Autism Diagnostic Observational Schedule), es una evaluación semiestructurada y estandarizada, formada por cinco módulos (T, 1, 2, 3 y 4), que se puede aplicar a personas de diferentes edades cronológicas, niveles de desarrollo, lenguaje y comunicación verbal. Los módulos están constituidos con diversas pruebas, las cuales evalúan la comunicación, lenguaje, interacción social, juego, creatividad e imitación, entre otras, con el fin de observar la presencia de comportamientos sociales y comunicativos relevantes que confirmen el diagnóstico a partir de los puntos de corte establecidos. Asimismo, es importante destacar que la versión ADOS-2 incluye una puntuación comparativa para los módulos 1, 2 y 3 que determina el grado de severidad de los síntomas asociados al autismo. Para el resto de módulos, esta evaluación no determina el grado de severidad, por lo que debemos extraerlo del DSM-5. No obstante, ante una puntuación positiva para el diagnóstico, debemos excluir todas las posibles comorbilidades con otros trastornos que pudiesen explicar lo observado durante la evaluación. Esta escala debe complementarse con la administración de La Entrevista para el Diagnóstico del Autismo-Revisada, conocida como ADI-R (Autism Diagnostic Interview Revised). El ADI-R es una entrevista semiestructurada extensa que se aplica a los padres o cuidadores para confirmar el diagnóstico. Esta prueba se utiliza para evaluar la comunicación, la interacción social y los patrones de comportamiento e intereses. Incluye tres dominios de síntomas de autismo (social, comunicación y comportamiento repetitivo). Cuantas más dificultades presenta la persona, más altas son las puntuaciones en la prueba. Ambos instrumentos diagnósticos son de gran complejidad en su administración y han sido diseñados especialmente para su uso en investigación y por los equipos clínicos especializados dentro del campo de los TEA, siendo imprescindible acreditar una formación adecuada para su aplicación.
Respecto a los tratamientos existentes para el TEA (programas conductuales, programas de educación y aprendizaje, medicamentos y otros tipos de terapias), los investigadores carecen de información suficiente para saber cuál producirá mejoras en cada caso específico, por lo que cada familia junto a los profesionales debe escoger el más ajustado a las necesidades de cada niño. En primer lugar, los programas conductuales favorecen el desarrollo general de los niños abordando las destrezas sociales, la atención, el sueño, el juego, reducción de la ansiedad, la interacción con los padres y conductas desafiantes. Algunos de estos programas son la intervención conductual intensiva temprana, la terapia cognitivo-conductual y el entrenamiento en destrezas sociales. Dentro del primero grupo se encuentran el Modelo Lovaas (Ivar Lovaas, 1987) y el Modelo Denver de Inicio Temprano (Early Start Denver Model) (Rogers y Dawson, 2009), que enfocan el trabajo con los niños, o el Entrenamiento en Respuestas Centrales (Pivotal Response Training) (Koegel y Koegel, 1988) y Hanen Más Que Palabras (Hanen More Than Words) (Sussman y Lewis, 1999), que enseña a los padres cómo ayudar a sus hijos. Dentro del segundo grupo, los programas que utilizan terapias cognitivo-conductuales, como el gato valiente (Coping Cat) (Kendall, 1992) y Enfrenta tus miedos (Facing Your Fears) (Reaven, Blakeley-Smith, Nichols y Hepburn, 2011), ayudan a los niños a manejar la ansiedad. Dentro del tercer y último grupo, los programas de destrezas sociales, como Aprendizaje de destrezas (Skillstreaming) (McGinnis y Golstein, 1984) y Atención conjunta, participación y regulación en el juego (Joint Attention Symbolic Play Engagment and Regulation; JASPER) (Connie Kasari, 2015), se enfocan en las destrezas sociales, la atención y el juego. En segundo lugar, la mayoría de los programas de enseñanza y aprendizaje, que se ofrecen en centros de enseñanza para acomodar el aula al niño con TEA, se basan en el método Tratamiento y Educación de los Niños Autistas y con Problemas de Comunicación (Treatment and Education of Autistic and Related Communication-Handicapped Children; TEACCH) (Schopler, 1966). Otros utilizan estrategias de “Análisis Conductual Aplicado” (ABA), como es el refuerzo positivo. En tercer lugar, referente a los medicamentos, las investigaciones indican que pueden ayudar a reducir el sufrimiento emocional, la agresividad, la hiperactividad y la tendencia a autolesionarse, pero debido a los efectos secundarios, pueden ser más adecuados solamente para niños con síntomas más graves.
Carmen Hernández
Psicóloga y Logopeda. Equipo Psicoaula.
Bibliografía
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